Sección 13
Álvaro Octavio de Toledo y Huerta (Tübingen/Madrid)
Andreas Dufter (Erlangen)
Escorados a la izquierda: dislocaciones y frontalizaciones des español antiguo al moderno
En los últimos años, los estudios acerca de la estructura informativa del español han experimentado un prometedor salto adelante. Tanto López (2009) como Leonetti/Escandell (2009), por citar solo dos importantes trabajos, han situado a esta lengua en lugar prominente dentro de la discusión actual en torno, particularmente, a la noción misma de foco, al modo en que dicha noción puede formalizarse, a las diversas modalidades de foco no contrastivo en la zona izquierda de la oración (foco oracional o de predicado, foco sobre el verbo, foco veritativo o de polaridad…) y a las relaciones entre las propiedades focales y la cuantificación o la anáfora en ese ámbito oracional. Las respuestas que ofrecen estos análisis no son de menor interés que los interrogantes que abren sobre las posibilidades estructurales y semánticas del arranque oracional en español; sobre la evolución de la zona izquierda a lo largo de la historia del idioma (para el español alfonsí comp. Suárez Fernández 2007 y Fernández-Ordóñez 2009, para el „orden de palabras“ antiguo Elvira 1994, 1997, Neumann-Holzschuh 1997 o Bossong 2006); y sobre las semejanzas y diferencias en este ámbito con las variedades románicas afines, tan divergentes sin embargo en ocasiones respecto de aspectos centrales de la sintaxis informacional.
Valgan dos breves ejemplos mencionados en Leonetti/Escandell (2009): el español dispone de construcciones fosilizadas, pero aún activas como (1), en que se antepone un objeto al verbo con un resultado „enfático“ que dichos autores aproximan al de los focos de polaridad; también pudo añadir alguna forma de „énfasis“ la anteposición del auxiliado al auxiliar perifrástico —por ejemplo en los tiempos compuestos (2)—, fenómeno adscrito a una forma semejante de focalización para el sardo (Remberger 2009). Con todo, es llamativa la semejanza de los casos de (1) con los de (3a) y (3b), donde más bien parece estar en juego alguna forma de cuantificación intensiva sobre el adjetivo; y fenómenos como el de (2), por otro lado, se han querido relacionar igualmente en fecha reciente con el comportamiento en la zona izquierda de los cuantificadores medievales (Camus 2008).
(1) Doctores tiene la Iglesia / ¡Miedo me da pensarlo!
(2) Bien entendía que era Dios, mas no podía entender cómo obrava aquí […]. Gustado he en estremo de haverlo ahora entendido (Teresa de Jesús, Vida)
(3a) Poderoso caballero es don Dinero
(3b) ¡Gracioso es el asno! (Rojas, Celestina) / ¡Bueno es mi suegro!
Resulta, pues, que ciertas posibilidades existentes hoy en otra variedad románica (el sardo, por ejemplo) no se dan en español; que, sin embargo, se dieron en otras fases de su historia; que posiblemente sean también opciones sintácticas disponibles en épocas pasadas las que expliquen pervivencias presentes; y, en todo caso, que en estos contextos el deslinde entre los efectos de la anteposición de foco y los de la cuantificación resulta harto difícil. No es más sencillo el análisis de la anteposición de negadores (4) o de ciertos sintagmas que incluyen anáforas, por ejemplo de identidad (5). ¿De qué clase de foco —si es que hay alguno— debemos hablar aquí? ¿Cómo se comportaron estas estructuras en otras épocas?, y ¿cómo lo hacen en las lenguas circunvecinas?
(4) resolví aventurarme en lo interior del aposento […]. Nada pude ver en los primeros momentos; mas a poco de estar allí distinguí las formas robustas de las tinajas y toneles (Galdós, Gerona)
(5) – Pepe dijo que era demasiado tarde. – Lo mismo dijo Juan. ¿Que si sabe de lingüística? ¡Vamos, si sabe! Al mismísimo Chomsky podría rebatir.
La sección que proponemos pretende poner en diálogo la sincronía y la diacronía del idioma, así como una y otra con las de lenguas que presenten fenómenos análogos, y sobre todo, plantear desde un abanico lo más amplio posible de perspectivas teóricas la discusión acerca de los hechos sintácticos de toda índole que acontecen en la zona izquierda oracional.